¿Quién podrá entender sus propios errores?
Líbrame de los que me son ocultos.
Preserva también a tu siervo de las soberbias;
Que no se enseñoreen de mí;
Entonces seré íntegro, y estaré limpio de gran rebelión.
Sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti,
Oh Jehová, roca mía, y redentor mío.
Tiempos de reflexión, si ha caído entonces doble rodilla y clame al Único que puede perdonar y lavar su pecado el Señor Jesús.
¡Dios le bendiga!
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