lunes, 22 de junio de 2015

“EL HORIZONTE DE SU VOLUNTAD”.

“EL HORIZONTE DE SU VOLUNTAD”.


Siempre busco un tiempo único, a solas con Dios, probablemente no todas las veces puedo hacerlo como quisiera y así ocurrió en estos últimos meses tuve que buscar auxilio espiritual por donde anduviere, en el metro, en el bus o en la sala de espera de un hospital.

Nuestro hijo menor, necesitaba urgente una intervención quirúrgica y no teníamos los medios para realizarlo, además nos atemorizaba la existencia de una larga lista de espera, que databa de un par de años en el Hospital Público y eso nos desmoralizaba.
En esos instantes:… “Necesitaba orar”.

Salmos 119:25

 Abatida hasta el polvo está

 mi alma;

Vivifícame según tu Palabra.

Hablar con mi Padre Celestial, es el único medio que reconocía como la medicina efectiva para aliviar la presión, matar la ansiedad…y revivir en Su Palabra.

Salmos 119:26

 Te he manifestado mis caminos,

 y me has respondido; Enséñame tus estatutos.

Dios conocía mis temores, cuando le declaraba nuestra necesidad. Por tanto, necesitaba urgentemente de Su guía para ver el camino que tenía por delante., tanto como para escuchar las instrucciones del médico, como para elegir el lugar al que podíamos llevar a nuestro hijo. Así como también, para realizarle los diferentes exámenes.

Salmos 119:27
 Hazme entender el camino de tus mandamientos, Para que medite en tus maravillas.

Entender la voluntad de Dios implicaba obedecerle, para observar la maravilla de sus respuestas y Dios respondió a Su tiempo. Nos bendijo con el dinero para pagar el costo total de la intervención y contar con el apoyo de los que nunca faltan, para lo que restaba del camino.

Salmos 119: 28
 Se deshace mi alma de ansiedad;
 susténtame según tu palabra.
 
Cuando falló un examen el desánimo quería cobrar intensidad y más aún cuando nos derivaron a un Hematólogo quien nos sugirió repetir el examen. Nuestro hijo no quería repetirlo y aterrorizado, se rebeló.

Salmos 119:29
  Aparta de mí el camino de la mentira, Y en tu misericordia concédeme tu ley.

El enemigo de nuestras almas quería desalentarme con la idea de que no había esperanza, pero aun así, busqué sabiduría en el Señor y obedeciendole…

Salmos 119:30  Escogí el camino de la verdad; He puesto tus juicios delante de mí.

Ahuyenté el temor y lo llevé al hospital nuevamente.

Salmos 119:31
  Me he apegado a tus testimonios;
  Oh Jehová,  no me avergüences.

Aunque se resistió al principio, la bondad de aquella enfermera terminó por convencerlo, cesó en su intento de lucha y se calmó, al punto de salir feliz de la salita de pruebas llevando en su mano, un guante inflado, a modo de globo, como símbolo de su heroico acto.
Lo maravilloso de esto es que la misma enfermera, gestionó el resultado, que salió perfecto, de modo que nos perdiéramos más tiempo y agilizáramos la fecha de la intervención más nuestro Dios ya nos tenía la fecha y el lugar y dando gracias, descansamos y nos alegramos de la bondad de Dios.

Salmos 119:32a

 Por el camino de tus mandamientos 

correré.

Y llegó el día de la operación.

La habitación de nuestro hijo era de lujo, los pisos de aquel hospital Clínico brillaban. Para quienes estamos acostumbrados nada más que al sistema público, (que no es malo), nos alegraba este beneficio divino.

Lo checaron, controlaron y verificaron datos específicos, luego llegó el anestesista y nos explicó todo lo que habría de acontecer.
Con su batita azul, capucha para su cabello y boticas para sus pies, lo llevaban rumbo al Pabellón, al llegar ahí, conteniendo el llanto, abandonando todo temor, en silencio; una oración de confianza fue elevada.

Fui vestida para acompañarlo al último tramo, entretanto su cirujano amablemente me informaba del procedimiento.

Mi hijo cargaba en sus faldas unos autitos que su hermana mayor le había regalado y a solicitud del anestesista los dejó a un lado, para soplar el globo que lo llevaría al “Gran Viaje Espacial”.
Al verlo totalmente dormido, le di un beso, confiando en el cuidado extremo de Dios.

En la espera, orando, vislumbraba en el Pabellón, como en una visión, velando a los ángeles de Dios y a los miles de hermanos que estaban orando por nuestro hijo en aquella hora.

Salmos 119:32b

Cuando ensanches mi corazón.

Dios bendijo las manos del staff de cirugía y se llenó de alegría nuestro corazón, cuando salió el doctor diciendo que todo había sido un éxito.

Mediante este proceso se puede entender que nuestra tiempo con Dios, en oración y lectura devocional, nos permite tener claro el horizonte de Su voluntad” y podemos salir fortalecidas al final de cada episodio de la vida que debemos afrontar tomadas de su mano.

¡Dios les bendiga!

Su servidora

Verónica