¿Ha experimentado el dolor de la ofensa?
La palabra de Dios nos muestra el camino a seguir:
Debemos primero, hablar con nuestro Padre Celestial y exponerle la causa.
Pedir perdón por nuestro propio pecado
Salmos 130:1-4
1 De lo profundo, oh Jehová, a ti clamo.
2 Señor, oye mi voz;
Estén atentos tus oídos
A la voz de mi súplica.
3 JAH, si mirares a los pecados,
¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse?
4 Pero en ti hay perdón,
Para que seas reverenciado.
Hablar con el ofensor:
Mateo 18:15
Por tanto, si tu hermano peca contra ti,
ve y repréndele estando tú y él solos;
si te oyere, has ganado a tu hermano.
Perdonar a tu ofensor:
Porque si vosotros no perdonáis,
tampoco vuestro Padre que está en los cielos
os perdonará vuestras ofensas.
Para que ninguna raíz de amargura brote,
permita que la raíz del perdón de Dios libremente se arraigue
en su corazón, no deje que la maleza del odio y del rencor
se interponga para obtener frutos de paz.
Sea libre y espere que la voz de Dios hable.
Su servidora
¡Dios le bendiga!
Así es mi Veronica preciosa! Es parte de mi experiencia también. Y una vez superado este difícil camino de la ofensa el Señor nos llama a ser libres, pues el nos hizo libres del pecado. El pagó la deuda, la mia y la de mi ofensor, no tengo que buscar más mi reivindicación. El Señor ya hizo justicia, sólo nos queda aceptar su perdón.
ResponderEliminarGracias por escribir tus sentimientos y por enseñarme ha hacer lo mismo con los mios.
Te quiero mucho.
Te quiero nucho querida amiga!
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