Hace un tiempo atrás estuve delicada de salud,
y eso me
obligó a parar y prácticamente acostarme en el sofá de la sala,
así que me
puse a ver una presentación de baile flamenco, (me cautiva la expresión
corporal en toda la plenitud del taconeo), con la obra:
“Bodas de Sangre” de Lorca, en una versión muy especial.
En la escena final, la novia fugitiva y Leonardo, son buscados por el Novio, con afán de venganza,
por orden de su madre.
En esta escena de fuga se ve cabalgando a la pareja, “no
hay caballo”, sólo la idea de estar sobre él huyendo, con grandes zancadas, imitando
su trote y con una iluminación de noche
sin luna.
El novio dando órdenes a sus escogidos los envía en la
búsqueda en direcciones opuestas y a él se le ve “sólo”, encontrándose al poco andar, con
los fugitivos.
Se supone que descienden del caballo y se deslizan en
el área con gran ímpetu, retándose, despojándose de sus chaquetas e iniciando
un duelo de navajas.
La novia intenta separarlos, pero he aquí la escena única,
que me deja, por minutos, viendo los desplazamientos de gran expresión, en
lenta cámara humana, con roces de lucha, pero sin ruido, “ni uno solo” y lo
hago notar porque transcurría sin música, ni canto de fondo, ni un palmoteo,
nada de nada, y el público absorto, conteniendo la respiración, (metido en la
escena, esperanzado en que nadie saliera herido), contemplaba en un silencio
sepulcral la escena final.
Con los dos hombres heridos mortalmente y la novia con
las manos ensangrentadas, fulminada de dolor.
Entonces la escena llega a su término, baja el telón y
el público aplaude a rabiar la puesta en escena, ovacionando a sus
protagonistas.
Me
quedé pensando en los conflictos del “matrimonio cristiano”; en la pareja que
no habla, que no se comunica, que da por sentado las cosas, que vive en la
rutina, que no manifiesta sus afectos y por ende calla sus pensamientos y deja que
la soledad se asome…entonces el desafecto cobra venganza, dándole entrada
en la escena de la vida conyugal a “la seducción”, que se infiltra por las
ventanas de los ojos, bailando la danza de la muerte, clavándole dulcemente,
(aparentemente), la navaja de la perdición en la mente del cristiano, sí,
porque muchas de nuestras luchas “no son oídas por el oído humano”, y las grandes
batallas transcurren en el silencio de lo interno de la mente y corazón, ahí,
donde sólo Dios ve y conoce.
Y
mientras la ventana de la voluntad se abre al mundo, con oídos sordos a la
obediencia, a lo preceptos, saltando los límites, caminando presurosa en medio
de la noche, escondiéndose de la luz de la luna, el enemigo gana espacio en
este campo abierto.
Los flancos del cristiano están listos para ser atacados, y el enemigo queriendo la total destrucción del
cristiano, se ríe en su cara de sus errores, para intentar des-colocarlo de la
posición original frente a la justicia que Dios obró en su vida cuando le
perdonó allá en la cruz del calvario.
Entonces se deja caer la
inmoralidad como invitada de gala a este desastre, viste de blanco para engañar a los sentidos, más sus pies corren por los ríos inmundos, arrastrándo al cristiano cada vez a su orilla, dejando
que el mal olor le sea grato, hundiéndolo cada vez más…llevándolo al límite,cercenando la cordura.
Pero
siempre un haz de luna se vislumbra entre las sombras,
iluminando una mano que
clama por auxilio, para no ser ahogado en el pantano del olvido.
¿Quién
ha estado así alguna vez?
¿Quien ha ensangrentado sus manos en las filas de la
infidelidad?
¿Quién no ha pedido auxilio en medio del pantano de las sombras?
Y sí,
parece una obra de teatro y cada cual tiene una obra escrita en su vida.
Algunos
en cierta medida, más dramática que otras, con problemas profundos, con raíces
de amargura, influenciados por la navaja del pasado, intentándo asesinar el equilibrio de la vida
del cristiano, pretendiendo hacer morir sus esperanzas de cambio.
Más la
puesta final de la escena, en los cristianos, está determinada por la voluntad de cambio,
esa que opera con el acto de la obediencia ante tal ceguera, dejando que Cristo
lave sus ojos de aquel lodo y sus ojos vean finalmente la luz de su perdón.
Si
usted está frente a un dilema y es una mujer cristiana que quiere obedecer a y
amar al Señor y se encuentra atrapada en la seducción,
ahogándose en el pantano del olvido, entonces tome una firme
decisión en su vida:
Desista
de su mal andar. 1ra Pedro 3:11
Humíllese
ante el Señor. Santiago 4:10
Confiese
su pecado.
Pida
perdón por su pecado 1ra Juan 1:9
Apártese
del pecado 1ra de Pedro 3:11a
Renueve
sus pensamientos en Cristo. 2da de
Corintios 10:5b
Viva
en Integridad 1ra Pedro 1:16
Extiéndase
hacia la meta que tiene por delante…
"La
eternidad".
Primera de Pedro 4:2
Filipenses 3:13-14
Cuando
usted cambie su actitud, dará prioridad a lo que le atañe como mujer cristiana,
recuperará la visión que tiene por delante y se reubicara en la posición
inicial de la mano del Señor con disciplina, esfuerzo diario y constante y esto
le permitirá sortear con un buen paraguas espiritual las tormentas en su vida y sobre todo, restaurará su matrimonio, redimirá el tiempo que
queda y volverá a amar y ser amada.
Le
dejo un texto bíblico para meditar en la semana:
Y
libertados del pecado, vinisteis a ser siervos de la justicia.
Romanos
6:18
¡SEAN
MUY BENDECIDAS!
Querida Victoria, muchas gracias por este paralelismo entre "Bodas de Sangre" y el matrimonio Cristiano. Me encantó y estoy completamente de acuerdo! Y me encantó tu forma de escribir.
ResponderEliminar"Gracias Ruth":
Eliminar¡Es un honor servirte mi amiga!
Hermoso, y como broche ese versículo q me encanta, " y libertados del pecado, viniste hacer siervos de la justicia" Rm 6:18 Dios te bendiga Verónica y te siga usando para bendición de tantas como yo.
ResponderEliminarAmén!!!
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