Recién casados, alquilamos una casita para iniciar
nuestra vida en común y pronto quedé embarazada, por lo cual me quedaban muchas
horas libres para aprender a llevar una casa.
Mi casera era una mujer muy hábil con las actividades
manuales y nos hicimos amigas, acudiendo con ella a un centro de mujeres para
aprender a tejer con crochet.
Ella siempre estaba motivándome a lograr nuevos
puntos, era una excelente maestra, pues se tomaba el tiempo para repetirme los
puntos que me eran difíciles de aprender.
Su enorme capacidad de tolerancia frente a mi
ignorancia me hacía esforzarme, y con ello armé un álbum de tejidos en el curso
y las muestras eran colocadas allí junto con las fotocopias de los modelos a
seguir.
Mi esposo me regaló hilos mercerizados de color dorado
para comenzar un proyecto de mantel con coníferas.
Este era un proyecto de miles de vueltas, según mi
visión, así que al comenzarlo ella me
ayudaba cuando me equivocaba en una vuelta, a veces ese error, me costaba deshacer
muchas vueltas para recomenzar el tejido.
Al poco tiempo mi panza comenzó a crecer y aumentaron
algunas molestias e incomodidades, así que lo dejaba de lado, más mi afán por
verlo terminado me regresaban a mi empeñosa labor y al cabo de un tiempo, mi
primogénita nació.
No recuerdo cuando logré llegar casi al final, mi
falta de recursos no permitió terminarlo por completo, me faltaban unas pocas
vueltas para terminarlo. Así que se quedó pendiente mi labor.
Ahora quiero preguntarles algo en especial:
¿Usted está
tejiendo una labor espiritual cada día?
¿Su crochet o palillo espiritual es el número correcto
para su labor?
¿Cuánto tiempo se dedica a tejer cada versículo bíblico en su corazón?
La biblia es un mantel interminable de puntos
magníficos, a veces uno aprende a tejer también puntos con dolor, con lágrimas,
con alegría, con devoción, pero un día
acabará.
La importancia del estudio bíblico radica en que
usted, sea el tiempo que requiera, invierta tiempo y tenacidad al tejer para aprender a llevar su labor con diligencia.
Salmos 119: 12 Mis ojos desfallecieron por tu salvación,
Y por la palabra de tu justicia. ¡Dios les bendiga!
Su servidora
Verónica
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