sábado, 24 de mayo de 2014

"Cómo correr hacia la meta eterna".



Los sucesos que suelen herir a la iglesia afectan la tranquilidad espiritual y es cuando se debe estar unido para espantar con la oración y la correcta y oportuna exhortación las dudas y el engaño del enemigo que no cesa en su labor destructora y de estorbo en la obra de Dios.

Mi alma se entristece, sin duda, al observar que como cristianos perdemos, por los afanes de esta vida y sus circunstancias, el objetivo a seguir, la meta a la cual un día debemos llegar pues mientras estamos corriendo,la sed, la fatiga pueden acortan los pasos y otros creyendo estar mejor preparados que los demás, enorgullecidos, miran para atrás y pierden la visión del llamado supremo, cayendo de forma brutal.

En Filipenses "capítulo 3:12-14", se enfatiza el hecho de lo que hemos logrado y lo que no, por eso como hijos de Dios debemos evaluarnos para fijar nuestras metas.

Debemos trabajar arduamente para no quedarnos estancados o tener sentimientos depresivos porque esto va frenando nuestra voluntad de servicio.

Las conductas inmaduras o carnales producirán un efecto de horfandad espiritual, económica y social.

Esto será un terreno abierto para que el enemigo de nuestras almas comienze a soplar a nuestros oídos mentiras y dudas, y nuestros pasos sean acortados, demorando forzosamente la carrera.

Por eso; debemos fijar nuestra vista en la meta, acomodar nuestro cuerpo con un buen entrenamiento en su palabra, y someter nuestra mente y voluntad a los pies de Cristo.

Tres maneras para lograr nuestras metas son:

1.-El esfuerzo

2.-La concentración

3.-La Disciplina

Esta singular forma de entrenar nos llevará a la VICTORIA.

 ..."Olvidando ciertamente lo que queda atrás"

Para imprimir velocidad en la carrera, tenemos que librarnos de las mochilas de amargura que son verdaderas anclas que bajan la velocidad, a la velocidad de una tortuga, por eso, tenemos que ser constante, llevando el ritmo con una técnica adecuada y bien orientados, no sea que tengan que ir por ti, porque has perdido el rumbo.
No, todo lo contrario, "extendiéndonos", quiere decir que nos importa llegar, y no corremos solos, sino que corremos a la bandera de meta, con y hacia el Señor.


Si usted está en esta condición y está afectando el cuerpo de Cristo, le insto a arrodillarse, arrepentido ante nuestro Dios, para dejar caer todas esas mochilas que le estorban en su carrera y en una oración de confianza al Señor, le pida ir asida(o) de su mano para no desmayar, en el nombre del Señor Jesucristo, y el Señor le devolverá el gozo de correr al tiempo de Dios.


¡Sean muy Bendecidas!


martes, 13 de mayo de 2014

"Convicción de pecado para confesar a tiempo".

Encontrar una rata en el patio trasero de la casa en una experiencia traumática
y  frustrante.
Mientras colgaba la ropa sentí un mal olor que me hacía sospechar la presencia de roedor
muerto pero no estaba segura, así que hice razia visual  y al no ver nada, seguí en mi
labor y de pronto ahí estaba! ...(Creo que me conmocioné demasiado).
Me contuve  y no pude gritar, pues no quería que mis hijas e hijo, aprendieran conductas
nocivas acerca de enfrentar peligros rastreros.
Me tragué el horror de la visión y pedí ayuda a terceros y obviamente sólo obtuve instrucciones de cómo sacarla y una buena vecina, me brindo una bolsa negra para retirarla del fondo del balde de limpieza, pues allí estaba, quieta, tiesa y " moricida" como diría "Papelucho" en sus historias.
Me vestí de chica maravilla y me dí valor en una oración de petitorio de sabiduría, para no salir arrancando como gallina "clueka" al realizar la operación de despeje.
Llevé sus restos mortales a un lugar de desperdicios y volví a casa victoriosa.
La rata suicida me dejó sintiéndome con mis defensas de protección bajas y sólo se levantaron
cuando mi esposo cloró el patio y lo volví a usar.
Después de esta historia, escuché algunas peores, con reacciones variadas y me sentí una mujer valiente por haberla sacado.

Meditando en ello quise escribir al respecto.
En ocasiones, nosotros como cristianos, dejamos de sentir temor de Dios y es tal el  irrespeto
hacia él, que descuidamos nuestra vida espiritual y dejamos de higienizar nuestra mente y
corazón, permitiendo que las ratas inmundas del pecado, invadan el patio trasero de nuestra
casa celestial, a tal punto que corren holgadamente por cada rincón, dejando sus excrementos,
provocando un derrumbe en el equilibrio físico y mental a causa del mal olor
que después de un tiempo, nos cauteriza el olfato y nos acostumbramos a vivir de ese modo
sin siquiera inmutarnos, a pesar de que nos vemos enfermos.
Si usted reconoce esta  "sintomatología" de inmundicia camuflada, no dude, ni demore en acudir
a Dios confesando su pecado, es más, no crea que es un acto liviano o superficial de
confesión, es un acto sin argumentos y sin justificaciones, no quiera burlarse de Dios.
El tiempo que usted ocupe en la confesión íntima con Dios debe ser el necesario para ser
quebrantado.
La convicción de pecado es primordial por tanto la confesión redime nuestra alma, sana
nuestra conciencia, y purifica nuestro espíritu.
Recuperar la salud espiritual es fundamental para vivir con la casa del corazón, bien
limpia y clorada con la confesión, y aromatizada con la Palabra de Dios.
Le insto a buscarle de todo corazón para recibir de su perdón sanador.

Unos versículos para meditar:
Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad.
Confesaré, dije, mis transgresiones a Jehová.
Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.
Salmos 32:5

lunes, 12 de mayo de 2014

"El ajuste perfecto de Dios".

Cuando comenzó el verano, me puse a despertar a cualquier
insecto invernal que aún no hubiese escuchado la llegada del
calor y que al verme, huyera despavorido al ver mi cara de
exterminadora.

Contagiado por mi premura, "mi escobillón mal herido",
Blandía sus cerdas a medias, pero seguro, con arrojo y valentía,
realizaba su tarea, de frente a la responsabilidad que le competía
de mantener las superficies a salvo del polvo, insectos o cualquier
otro elemento sospechoso de ocho patas o rastrero.

Luego lo llevé al cuarto de mis hijas.
Lo dejé estacionado, mientras me dirigía al mueble de la ropa.
Como un general, arengaba a la ropa a cuadrarse en formato
de colores y estaciones en las gavetas.
Qué pantalones, qué faldas, blusas, ropa de lana, ropa de hilo
de cuanto fuera, debía estar posicionada en la gaveta y cuando
la última gaveta estaba lista, no entraba.

Era la "gaveta insubordinada"...volví a dar la orden, pero no respondía.

Me cuestionaba si moviéndola, entraría, y yo, ya estaba
en cuclillas, así que decidí despojarla de su encuadre, para darle un 
escarmiento y nada, "no entraba".

Una vocecita interna me decía:...

"Revisa los rieles y ve si no hay algún clavito o tornillo suelto, o si algo
está torcido".

Volví a revisar todo, recogí un tornillo que estaba dando tumbos 
en el suelo, clavé los clavos sueltos y enderezé los rieles y cuando ya 
exhausta, queriendo mandar al calabozo a la "bendita gaveta",
finalmente:... !!Entró!!
El escobillón aplaudía el encomiable esfuerzo y se dispuso con alegría
a terminar de barrer el piso del cuarto y logró su merecido descanso
cuando completamos la tarea. 

Al meditar en este hecho en forma figurativa, quise compartirlo con
ustedes a modo de enseñanza personal.

Sé que como madres, solemos agobiarnos por las conductas 
de nuestros hijos y cuando hay un problema, nos vamos de
obtusas,intentando poner la gaveta de la vida de nuestros
hijos,a nuestro modo, en su posición original, y olvidamos 
en la premura del momento, que Dios tiene las piezas del 
ajuste perfecto, entonces:
Barra la duda y desesperanza,leyendo la Palabra de Dios, 
cada día; observando con corazón dispuesto, el obedecer 
en la espera, con la esperanza de que la gaveta del corazón
de su hijo, se ajuste a la voluntad de Dios.
Conozca la necesidad de su hijo(a) al conversar con él(ella)
y dele tiempo de abrir su corazón sin juzgar sus razones o 
emociones y cuando menos lo piense la limpieza y el orden 
entrará de lleno en la vida de sus hijos porque el Señor 
hará la obra a su tiempo.

¡Sean muy bedecidas(os)!

Un versículo para meditar