Los sucesos que suelen herir a la iglesia afectan la tranquilidad espiritual y es cuando se debe estar unido para espantar con la oración y la correcta y oportuna exhortación las dudas y el engaño del enemigo que no cesa en su labor destructora y de estorbo en la obra de Dios.
Mi alma se entristece, sin duda, al observar que como cristianos perdemos, por los afanes de esta vida y sus circunstancias, el objetivo a seguir, la meta a la cual un día debemos llegar pues mientras estamos corriendo,la sed, la fatiga pueden acortan los pasos y otros creyendo estar mejor preparados que los demás, enorgullecidos, miran para atrás y pierden la visión del llamado supremo, cayendo de forma brutal.
En Filipenses "capítulo 3:12-14", se enfatiza el hecho de lo que hemos logrado y lo que no, por eso como hijos de Dios debemos evaluarnos para fijar nuestras metas.
Debemos trabajar arduamente para no quedarnos estancados o tener sentimientos depresivos porque esto va frenando nuestra voluntad de servicio.
Las conductas inmaduras o carnales producirán un efecto de horfandad espiritual, económica y social.
Esto será un terreno abierto para que el enemigo de nuestras almas comienze a soplar a nuestros oídos mentiras y dudas, y nuestros pasos sean acortados, demorando forzosamente la carrera.
Por eso; debemos fijar nuestra vista en la meta, acomodar nuestro cuerpo con un buen entrenamiento en su palabra, y someter nuestra mente y voluntad a los pies de Cristo.
Tres maneras para lograr nuestras metas son:
1.-El esfuerzo
2.-La concentración
3.-La Disciplina
Esta singular forma de entrenar nos llevará a la VICTORIA.
..."Olvidando ciertamente lo que queda atrás"
Para imprimir velocidad en la carrera, tenemos que librarnos de las mochilas de amargura que son verdaderas anclas que bajan la velocidad, a la velocidad de una tortuga, por eso, tenemos que ser constante, llevando el ritmo con una técnica adecuada y bien orientados, no sea que tengan que ir por ti, porque has perdido el rumbo.
No, todo lo contrario, "extendiéndonos", quiere decir que nos importa llegar, y no corremos solos, sino que corremos a la bandera de meta, con y hacia el Señor.
Si usted está en esta condición y está afectando el cuerpo de Cristo, le insto a arrodillarse, arrepentido ante nuestro Dios, para dejar caer todas esas mochilas que le estorban en su carrera y en una oración de confianza al Señor, le pida ir asida(o) de su mano para no desmayar, en el nombre del Señor Jesucristo, y el Señor le devolverá el gozo de correr al tiempo de Dios.
¡Sean muy Bendecidas!
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